Somos diferentes.
Decir cuánto, si somos mucho o poco,
creo que carece de importancia, como con la felicidad. Cuando uno es feliz, sobra decir si lo es mucho, ser feliz de por sí, ya es lo más. Y lo mismo pasa con
la diferencia, que exista, ya denota todo su valor.
No obstante, todos somos diferentes, únicos, no
hay dos gotas de agua. Por mucho que compartamos o tengamos en común, siempre
habrá un distintivo propio que nos dé el toque personal.
Tampoco cabe valorar quien es mejor. Nadie es mejor que nadie. Ni peor.
Tampoco cabe valorar quien es mejor. Nadie es mejor que nadie. Ni peor.