¡Hay que querer! Quererse y querer a las personas que nos rodean, ponernos en su lugar para entenderles mejor.
¡Hay que querer! Querer conseguir nuestros sueños, ponerse en acción y buscar la manera de lograrlos.

jueves, 28 de agosto de 2014

Esto es...

Esto es lo que pasa... ¿no?
¿Esto es? 
Esto es lo que pasa cuando pasa lo que pasa...
Esto, es esto... esto es pena.
No recuerdo la última vez que sentí algo similar, tan real, tan profundo... No recuerdo la última pena así. Esa pena que se siente justo en el instante en el que reconoces que se acaba, que lo que estaba pasando hasta ese momento finiquita, sin opción a renovación; que te vas, que llega el adiós definitivo, que no hay un punto y aparte, o punto seguido; es el punto final de hoy...
Pena... mucha, mucha pena.
¿Esto se siente?
Me he transportado en el tiempo...
He vuelto a un pasado de daga mortal, como la de Romeo, envenenada.
He obviado que existía otra luz, otro presente, otro futuro, otra sonrisa en mi cara, otro brillo en los ojos.
No he visto más que dos almas... y todo se ha esfumado a mi alrededor.
Supongo que es lo que les ocurre a las personas, que, como yo, vivimos el ya, sentimos cada momento como el único, como el momento, sin valorar más allá que lo que está pasando, nos dejamos llevar.
Y he sentido lo amargo, una pena de esas que traspasan, de las de no me dejes nunca, de las de todo tiene sentido cuando estás.
Un nudo en la garganta voraz, que aparece justo cuando se ha hartado de reír y soñar...
¿Qué nos pasó?
¿Por qué permitiste que ocurriera esto?
No me creo que no pienses en mí, cada día.
No me creo que no dudes, mil veces, de que lo que hiciste era en realidad lo mejor.
No me creo que no sientas que el tiempo podría pararse en este instante y dejarnos solos... tú y yo.
No me creo que sea la única a la que se le revuelven las mariposas con cada comentario del chat.
No me creo nada, ¿qué te voy a decir?
Tenía pensado empezar mis veintitantos sin ti. Cerrar esta etapa, tu etapa; esa que ha sido demasiado compleja, que se me escapó de las manos, y nunca supe manejar.
Desde luego, ¡me he lucido en mi estreno! 
Has aparecido en mi debut, con paso firme, vaivén emocional, tocando cada tecla de mi desastre y acabando, el mejor momento del día, con esta dolorosa amargura...
Los veintitantos han empezado con todo, menos con poner el cierre al capítulo, al tuyo, ¡ya ves!
Y esa sensación de...
Para remate final... "ha sido genial, hablar contigo, hoy... sólo quería que lo supieras".
¿Si, no?
¿Cómo puedo olvidarme de todo a mi alrededor tan así? A ver, ¿cómo? 
Hablar contigo y ausentarme del suelo que piso...
Busco expertos en la sala, que me ayuden a dar un hilo argumental de película de Óscar (porque si no, no va a servir), que consiga clarificar mis ideas... o clasificarlas, o hacer cualquier cosa que me pueda dar luz a esta oscuridad.
Porque tengo para una temporada... larga.
¿Qué vale la pena esta pena que ha venido por sorpresa de tu mano?
Me va a costar remontar y hacer como si nada hubiera ocurrido. 
¿Qué quieres que te diga?
¿Qué tengo que decir?
Y lo siento si oso clamar afirmaciones no certeras, pero no me creo que llegues a olvidarme jamás, pase lo que pase... Para muestra un botón, si has mentido en este diálogo, o si era un monólogo mal ensayado; sólo puedo desearte rayos y truenos; pero apostaría al 10 negro toda mi fortuna, sabiendo que estas horas compartidas no me han traspuesto el mundo sólo a mí... Te tengo calado, chico.
Pena.
Contradictoria pena.
Cruel pena.
Abrasadora pena, que me asola por dentro.
Pena para compartir, porque, en este mismo instante, ¿no es acaso tu mismo sentir?


No hay comentarios:

Publicar un comentario