¡Hay que querer! Quererse y querer a las personas que nos rodean, ponernos en su lugar para entenderles mejor.
¡Hay que querer! Querer conseguir nuestros sueños, ponerse en acción y buscar la manera de lograrlos.

sábado, 2 de agosto de 2014

Relaciones

Es triste ver cómo una relación se descompone. 
Es difícil encontrar el origen del cambio, con esa persona con la que la vida te parece distinta, te escucha siempre, es la compi ideal para una juerga, o es un as para decir unas palabras adecuadamente graciosas, a todo lo que ocurre. Notamos las consecuencias, pero no reconocemos las causas cuando ocurren. O quizá sí, pero no las queremos ver, simplemente observamos, porque cuesta saber que estás perdiendo algo que consideras vital en tus días, a ese alguien que tiene su papel en tu diario de abordo. Es lo "fácil", es evitar un dolor, es rechazar la metamorfosis (sea o no Kafkiana)...
Es triste cómo una relación pierde fuerza, sí...
Y, es confuso saber que, eres parte de la relación, pero, no encuentras la manera de recomponerla.
Te sientes como abducido, intentando comprender. 
Culpable, sabiendo que te faltó rellenar los huecos de esa historia, curar los desgarros sufridos por ambos, bajar el volumen a los gritos, redactar las respuestas a los mensajes que se quedaron sin continuación, redirigir las miradas esquivadas, dar los abrazos avergonzados por ser presa de ojos desconocidos, que no importan nada; abrir los oídos a las palabras sinceras que se intentaron formar en un mal momento; meterte en modo silencio, cuando notabas que sobraban todas las vocales, menos las suyas intentando expresarse... Comunicación. Hablo de comunicarse, ¿no crees?
Palabras, gestos, contacto, sentidos, emociones, estados, calma, desasosiego...
Las relaciones empiezan, crecen, se estrechan, se separan, sufren reveses, mejoran, acaban, regresan, se olvidan, se superan, permanecen... y me atrevería a decir que la mayor parte de problemas o alejamientos, son fruto de una mala comunicación o de la falta de ella. Por vaticinar una cifra, el 97% diría. 
Tantos malentendidos, absurdos, por no buscar palabras que explicaran qué sucedía. 
Planes rotos, antes de intentar ponerlos en marcha, sólo por evitar que el otro dijera que si, o que no, o por no saber cómo plantearlo. 
Conversaciones llevadas al olvido por miedo a molestar, quedándote lleno de ganas de saber cómo está, de verdad. 
Cenas que otros comieron, porque preguntar si le apetecía sushi era arriesgar demasiado, mientras el otro cenaba un sandwich relleno de tristeza. 
Tardes sin ver el sol paseando en compañía, porque cada uno lleva su vida, una vida que muchos no quieren.
Y mucho más.
Me atormenta pensar cuántas cosas, momentos más bien, perdemos por no comunicar lo que deseamos vivir. Perdemos sin ni siquiera haber sacado voz gratuita de nuestra garganta.
Pensar que el otro puede decidir plantearte ese instante, o que si quiere verte lo preguntará, o si no le apetece estar sólo buscará compañía, o quizá incluso ya la tenga y cómo existe un quizá es mejor no resolver la duda... y realmente, sólo metemos excusas a lo que desconocemos, porque necesitamos rellenar huecos, y nos ahorramos palabras, sin saber que lo único que hacemos es poder perder vivir grandes recuerdos… compartidos.




2 comentarios:

  1. Ana, me ha llegado este post tan adentro y es que...que complicadas son las relaciones. Muchas de tus reflexiones las estoy experimentando en primera persona, por eso después de varios días de haber leído esta entrada regreso a ella para pensar que es lo que pasa y si de verdad pasa, si tiene arreglo o no, ojalá...Besets cari!

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    1. Muchas gracias amiga, primero, por hacerme llegar tu comentario tan positivo; segundo, por mostrar que este tipo de cosas nos pasan a todos. Ojalá se solucione, de verdad, que lo espero, pero las mismas razones que cambian de rumbo las relaciones, son las razones que pueden llevarlas a un rumbo mejor. No es fácil... pero la cobardía está para dejarla en casa. Mucha suerte, guapa!!

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