¡Hay que querer! Quererse y querer a las personas que nos rodean, ponernos en su lugar para entenderles mejor.
¡Hay que querer! Querer conseguir nuestros sueños, ponerse en acción y buscar la manera de lograrlos.

jueves, 30 de octubre de 2014

Círculos con boli

Un día, miras atrás y compruebas que tu vida son ciclos. 
Ciclos que se repiten, con distintos trazos, pero idéntico denominador. 
Y en cada ciclo, círculos. Círculos distintos, que has ido abriendo, dibujando y cerrando. Y tela, con los círculos...
Hay algunos, con formas difusas, otros muuuuy pequeños (o muy grandes), otros robustos, que se solapan, otros que no conseguiste acabar de dibujar...
Estos últimos, un día te das cuenta, que permanecen ahí, sin acabarse de dibujar, estabilizados en su apertura; molesta su forma no definida, que, en cambio, les da nombre; y, es que sí, son un círculo; pero, no.
Sabes que los empezaste a dibujar y quedaron abiertos... ¿por qué? Puede que olvidaste cerrarlos; puede también, que dejaron de importarte o que empezaste a colorear un círculo en otra parte, o puede que dibujaras con un boli que se quedó sin tinta. 
Bics que se quedan sin tinta, en el peor momento,.. ¡con lo bonito que estaba quedando el círculo!
Y ahí te ves, con un círculo incompleto, que no termina de cerrar. Pero, de repente, algo ocurre y te ves con otro boli en tus manos, que te alienta a seguir trazando. Una nueva tinta con la que acabar de dibujar una misma línea, una misma historia... tan similar, que no puedes decir que no. Acerca de ese nuevo boli, no sabes demasiado. Quizá puede durar mucho o más bien poco; puede que sea azul, negro, verde o rojo; o incluso, de punta fina o gruesa; pero lo que si sabes es, que ha aparecido dispuesto a que cierres un círculo, que no conseguiste acabar de dibujar. Lleva demasiado tiempo a la espera de ser cerrado y necesita su fin particular, en dimensión uno. 
No hay tiempo que perder. 
Mejor, no hay ocasión que desperdiciar. 
Así que coge el boli, y dibuja. Disfruta del trazo. Siente como deja la tinta sobre el papel, con tus dedos finos y largos. Y sí, cierra el círculo, aunque no empezara a ser trazado con el mismo bic. A veces, no importa el origen. Dicen que lo importante, no es cómo se empieza, si no cómo se acaba; y este círculo de naturaleza y tamaño inciertos, que quedó abierto hace más tiempo del que deseaste, alguna vez; puede que te sorprenda siendo el círculo de tu vida. O no... alguna opción habrá también, de que acabe siendo más pequeño, y se dibuje en un plis-plas.
¿Y que más da? Lo vital en este momento, lo que ahora te sirve, lo más necesario, es que ese círculo abierto por un bic sin tinta, acabe cerrado. 

¿Con otro boli? Sí, con otro. 
Sin embargo, este otro, viene a tus manos con ganas de dejar tinta, y ni siquiera logras discernir si es de color similar o idéntico, pero viene a formar uno de tus círculos vitales, cueste lo que cueste. No hay tiempo qué perder. Arriesga y dibuja. Traza. Traza despacito y con buena letra. Ponle la dirección adecuada a la circunferencia, y elabora esa forma circular que empieza en el mismo lugar que acaba.
La vida son círculos. La vida son ciclos. Su tamaño, grosor, color o valor para cada uno de nosotros, depende del boli... pero más de uno mismo. Seamos artistas de nuestras propias obras circulares y no permitamos dejar a medias alguna, por falta de tinta o material.




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