¡Hay que querer! Quererse y querer a las personas que nos rodean, ponernos en su lugar para entenderles mejor.
¡Hay que querer! Querer conseguir nuestros sueños, ponerse en acción y buscar la manera de lograrlos.

viernes, 26 de diciembre de 2014

El enganche

Me enganché a ti como a una droga, que te toma la vida y la domina a su antojo.
Por esa razón, acabé en un grupo de autoayuda, con adictas, con el fin de que dejaras de mover los hilos de mi vida, que salieras de mi cabeza y conseguir tener las armas para evitar cualquier tipo de posible recaída...
Llegué a esa temida primera sesión. 
El objetivo del día, que plasmó la terapeuta del grupo en la pizarra, era entender las causas que nos hacían mantener la adicción.
Así, para iniciarme en el grupo, me presentaron, me dieron la palabra y me hicieron buscar los motivos de mi enganche, de mi adicción.
"Dinos: ¿qué te gusta de él? O mejor, ¿qué tiene él de especial, que no hayas encontrado en otra persona?" 
Esas fueron las palabras que indicaban mi debut. 


Uuufff... mi cabeza se llenó de ideas y aunque suponía que era más fácil responder un 'si te digo qué no me gusta acabamos antes'; me puse a analizar con detalle, cada una de esas cosas, que sólo tú me dabas.
Lloré... lloré en el instante en el que tantos recuerdos invadieron mi mente, sabiendo que no iba a volver a vivirlos.
Y comencé a hablar...
"Él... él es distinto... me gusta, sobretodo, cómo me hace sentir, cómo logra que siempre esté alegre sin hacer nada, cómo me brillan los ojos al verle, cómo sonrío sin cesar.... me gusta... cómo se le notaba cuando preparaba una sorpresa... pobre, siempre le pillé... su capacidad para calmarme los días de luna llena, las tardes opacas, las noches de días agotadores de batalla contra un mundo sin sentido, o incluso en los momentos de plena hipomanía y éxtasis, en los que mi emocionalidad alcanza cotas inadecuadas... que me llevara a ver estrellas fugaces... me gusta su humildad, esa apariencia tan suya, que esconde al chico frágil que sigue siendo... cómo me escucha, cómo me escucha siempre... y que se acuerde de todo, aunque haga como que no... cómo se coloca la americana, me encanta... su forma de mirarme, esa que dice 'podría pasar la vida entera así'... y la de mirarme con la cabeza ladeada... me gustan hasta sus silencios... uuuffff... me encanta la forma que tiene de disfrutar de la vida, de divertirse, de sonreír al mundo, de reír porque sí,... jajajaja... su sonrisa pícara, sacando la lengua o poniendo morritos en las fotos, aaaayyy... me gusta... me gusta tanto... él... él es un chico más, sin necesidad de ser más que nadie... él es serenidad, ilusión, ambiciones, futuro, creatividad, inspiración; y, a su vez, límites, realidad, presente, dejar de volar por las nubes, verdad... y... cómo me seduce... ay! Cada una de sus caricias... su forma de ponerse nervioso... hasta su falta de valor... sus prequiero... es que me gusta hasta lo mal que se pone cuando cree que mete la pata... le hacen tan humano... me encanta la manera que tiene de prepararme tostadas con zumo para desayunar, bueno, tenía... y lo buen compañero que es... me encanta cómo se entrega en su trabajo... es un chico tan altruista... ayudar al resto ante todo... la manera que tiene de valorar y querer a sus amigos... él es fiel, un amigo fiel... y... sus besos... y esos abrazos en los que te quedarías a vivir... me encanta... cómo me habla, despacio, dulce, bajito... podría pasar la eternidad escuchándole... una, y otra, y otra vez... y... ¡su tortilla de patatas! Me encanta ese porte elegante... ah! Y es tan guapo... aunque bien pensado, eso es algo que puedes encontrar en más de un chico..."
Y frené. No tengo idea del tiempo que pasé describiéndote.
Cuando alcé la mirada, encontré al resto del grupo, absorto, mirándome. Perdí la noción del tiempo hablando de tus detalles, y creo que conseguí que las demás también la perdieran...
La terapeuta saliendo del letargo, al que yo le inmiscuí, sentenció con un "es suficiente por hoy, os veo el martes a la misma hora".
Y salimos de la sala.
Esa extraña sonrisa, que invadía mi rostro en ese instante (el mismo que minutos antes estaba cubierto de lágrimas); se había contagiado al resto... 
Esa sonrisa...
Dos días después, me llamó la coordinadora, pidiéndome que dejara el grupo y acudiera a terapia individual.
Es posible que fuera una saboteadora en las sesiones, lo que se diría una miembro boicot; pero nunca fui, nunca volví.
Sólo acudí a aquella sesión inicial, y creo que logré que todas aquellas chicas se enamoraran de ti con mis palabras, se engancharan a ti sin ni siquiera conocerte... creando adicciones nada más llegar, ¡uuuff, yo que iba a desengancharme!
Al final, no llegué a saber si logré el objetivo de aquella primera sesión, lo que a día de hoy no he podido descubrir es el antídoto que me libere ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario