¡Hay que querer! Quererse y querer a las personas que nos rodean, ponernos en su lugar para entenderles mejor.
¡Hay que querer! Querer conseguir nuestros sueños, ponerse en acción y buscar la manera de lograrlos.

domingo, 14 de diciembre de 2014

La bipolar

Me llaman bipolar, en petit comité. 
Soy la bipolar del grupo. No sé cuando fue la primera vez que me llamaron así. Seguramente, fue una día de esos que nos juntamos a tomar cafés que enlazan con cenas y siguen con cubatas, para acabar viendo amanecer en una terraza con un pincho de tortilla. 



Lo bueno de quedar a las 5 de la tarde, es llevar las gafas de sol, para las 9 de la mañana. Lo bueno, de quedar con mis dulces amigas, es que siempre llevan en su bolso, potingues varios y mil complementos, con los que ponernos monas, cuando las horas van pasando.
Bipolar... Si bien, no atañen al significado puro de la bipolaridad (psiquiátricamente hablando); yo, pues podría ser... pero, dudo que sea. 
Según mis afrancesadas amigas, mi bipolaridad se describiría por esas conductas diametralmente opuestas que me surgen con el sexo contrario (¡ojo, descripción científica literal de la amiga gafitas!). Bueno, más bien con dos de sus ejemplares, dos supuestos machos-alpha... 
Y es que...
Cuando le veo siento un impulso abrumador. Se me activa un resorte interno, que me disfraza de leona en busca de presa, que necesita saciar su hambre voraz de forma inmediata. 
Rugir. Morder. Arañar. Devorar, como si fuera la última pieza que iba a cazar en mi corta vida.
Una vez finalizada, la acción magistral de mi papel animal; no cabe más que marcharse sigilosamente, para no molestar, y sin levantar polvo. Acabaste tu función con matrícula de honor.
Es sencillo. No crear vínculos, no dejar huellas, ni siquiera apuntar en un post-it de la cocina tu número de teléfono. Por si acaso... Es mejor apurar el tiempo en buscar un taxi dirección sweet home.

Así es. Breve, bueno y sin rayada posterior.
Y es que, en cambio,..
Cuando le veo me tiemblan las piernas. No hay mejor descripción. Veo aparecer su porte y me sobrecojo, muta mi yo interior que transmuta a la edad de 5 años. Me disfrazo de una niña pletórica de ilusión, con ganas de degustar su sugus de piña, lentamente. Tomar un sugus delicioso, y todavía, con el dulce en los labios, desear que no sólo haya un caramelo, si no una bolsa eterna que no nos haga salir del colchón. 
No hay opción de huida animal. No hay opción... Acurrucarme, con su brazo rodeándome, y que el mundo deje de existir, es lo único que mi mente es capaz de procesar. Que no llegue mañana, ni pasado; que tenemos muñecos, nenucos y barriguitas, para para poder jugar a papás y mamás, el resto de nuestros días. O jugar a lo que quiera, cuando el estribillo de la canción sea un futuro juntitos


Esas ganas de cogerle de la mano y darle un beso de buenas noches, como una niña esperando a los reyes magos. 
Esas ganas.
Como leéis esto es mi bipolaridad: Reacciones opuestas a 'machos-alpha', no tan opuestos. 
O sí... quizá sean más opuestos de lo que me digo a mí misma. 
Lo peor es no decidir qué hacer con cada uno. Ahí, si me veo más bipolar, porque cada día me quedaría con uno, besaría a uno, hablaría horas con uno... y esto no puede seguir así, durante mucho más tiempo.
Seríamos el trío perfecto, aunque visto lo visto, y sabiendo cómo piensan acerca de la fidelidad y todas esas chorradas, no voy a plantear una pareja de tres a ninguno de ellos. El único problema es que me están mandando señales, de esas de 'qué pasa con nosotros', ¡ambos! ¡A la vez!
Y con ese nosotros se refieren a él y yo, no a él, yo y el otro... ¡ay!
Leéis como sí se parecen...
Elegir entre impulso o temblor; salvaje o dulce; breve o eterno... 
Sí, en el fondo, van a tener razón las francesitas,.. soy ¡bipolar!

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