Y, es que había llegado ese momento, en el que la
garganta se queda sin voz y los gestos se desdibujan para poderse expresar bien,
y quedan tantas cosas por decir. Así que, ahí estaba yo, frente a un folio
en blanco, esperando a ser manchado de tinta llena de sentimientos.
Empecé intentando
ordenar tantas frases desorientadas en mi mente, y tras 20 minutos de fallido
orden, decidí colocar una letra al azar, por si tentando a la suerte, caía
cara y podía iniciar un mensaje coherente.
Cayó cara.
Cayó cara.
Y esa letra fue el
inicio de una descarga interna, que llevaba meses, acumulando sensaciones,
miradas, intercambios de palabras, emociones y noches sin dormir. Entre otros.
En mi caso, no fue un "download" al uso, con un mensaje de fácil instalación. Yo sabía que aquella descarga tenía virus, justamente yo misma (que para algo soy Viruela), y que la recepción en tu sistema iba a traer problemas de conexión.
En mi caso, no fue un "download" al uso, con un mensaje de fácil instalación. Yo sabía que aquella descarga tenía virus, justamente yo misma (que para algo soy Viruela), y que la recepción en tu sistema iba a traer problemas de conexión.
O bien te harías el
loco, o bien estarías demasiado cuerdo para dar una respuesta fiable y veraz,
en ese instante.
Ya lo sabía.
Te conozco demasiado bien, para no saber este tipo de cosas.
Te conozco demasiado bien, para no saber este tipo de cosas.
A mí, me faltaban las
palabras a viva voz y tenía que refugiarme en tinta azul.
Tú no tenías tinta... Y tu voz carraspeaba.
Siempre.
Siempre carraspeaba.
Aún así me lancé a la aventura, ya que estaba, de escribir. Porque sí. Porque escribir siempre va bien. Porque era mi vía de escape. Porque lo necesitaba tanto como destrozar la distancia que nos separa.
Ahí estaba yo, en mi aventura propia, dispuesta a que temblaras, cayeran tus muros con el tembleque y te reconstruyeras, cuál ciudad asolada por un terremoto.
En este caso, yo era el terremoto, recuerda que me lo dijiste más de una vez. Pero no venía con ganas de destrucción, si no de todo lo contrario... De construcción.
Y, tras esa primera letra, toda esa descarga interna quedó plasmada y mi tinta azul desilusionada de no correr más. Esa "t" me salvo la vida...
"Te pre-quiero, porque si te digo te quiero, te vas a asustar".
Es curioso que sin darme cuenta, citara a Quim Gutiérrez en 'Primos'... Mi inspiración se automatizó en 'modo cine' y con todo lo que tenía que decir, solo me hicieron falta esas palabras.
Porque siempre un 'pre-' es el inicio de todo... ¿Necesitas algo más?
Tú no tenías tinta... Y tu voz carraspeaba.
Siempre.
Siempre carraspeaba.
Aún así me lancé a la aventura, ya que estaba, de escribir. Porque sí. Porque escribir siempre va bien. Porque era mi vía de escape. Porque lo necesitaba tanto como destrozar la distancia que nos separa.
Ahí estaba yo, en mi aventura propia, dispuesta a que temblaras, cayeran tus muros con el tembleque y te reconstruyeras, cuál ciudad asolada por un terremoto.
En este caso, yo era el terremoto, recuerda que me lo dijiste más de una vez. Pero no venía con ganas de destrucción, si no de todo lo contrario... De construcción.
Y, tras esa primera letra, toda esa descarga interna quedó plasmada y mi tinta azul desilusionada de no correr más. Esa "t" me salvo la vida...
"Te pre-quiero, porque si te digo te quiero, te vas a asustar".
Es curioso que sin darme cuenta, citara a Quim Gutiérrez en 'Primos'... Mi inspiración se automatizó en 'modo cine' y con todo lo que tenía que decir, solo me hicieron falta esas palabras.
Porque siempre un 'pre-' es el inicio de todo... ¿Necesitas algo más?
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