Te odio.
Juro que te odio,
porque eres algo que no tenía lugar en mi vida.
Te odio porque te
conocí y mi mundo se descontroló, y se puso del revés; y dejé de ser esa
personita independiente a la que todo le resbalaba, todo le importaba menos que
nada, todo le dejaba una huella tan ínfima-nula en el cerebro, que una
conjunción de los dioses no hubiera logrado hacer que cambiara de opinión...
Te odio porque
respiras, porque... ¡oye! ¡Respiras! Pero para más inri, respiras el mismo aire
que yo respiro.
Te odio porque mis
conexiones neurales dejaron de ser libres, porque mi frontal dejó de activarse,
porque tú empezaste a ser el dueño de las sinapsis, sin un órgano control de
mis movimientos, sentimientos, pensamientos... fuck!
Te odio porque mi día
se convierte en mi noche y mi noche se acuerda de que sin ti está perdida, se
angustia, se deprime y sale a buscarte con la esperanza de encontrarte... sí,
ya sé, sí, pero no me lo digas a mí, díselo a ella...
Y es que desearía yo,
que mi mundo girara sin que fuera sobre tu eje... imaginario...
Te odio porque eres la
sinceridad en persona, porque jamás me hablaron tan claro como tú, porque jamás
te hablaron tan claro como yo.
Te odio porque tus
susurros me traspasan, me encarcelan, me abaten como un huracán, dejándome
helada, desnuda y desorientada; y me elevan, me encandilan, me colman de ansias
de vida... contigo...
Te odio, y dejarte de
odiar no sirve de nada, porque sacar la rabia contenida es demasiado
complicado, si tú no estás a mi lado.
Te odio porque fui yo
misma el primer día que te conocí, mi yo transparente no se disfrazó de chica
ideal, y tú seguiste ahí, como el que no teme algo que desconoce... yo misma.
Te odio por hacerte
visible en el momento en que, olvidarte, es mi única opción posible.
Te odio porque sin tu
universo de colores, el arco iris no podría existir.
Te odio, y cómo no
hacerlo, si es demasiado fácil convivir con tu cabeza sobre mi almohada, y se
vuelve una tortura para mis noches oscuras, el desequilibrio de no tener tu
contrapeso sobre las plumas del cojín.
Te odio porque no te
conoce nadie, por ser un desconocido para todas las personas que me importan,
porque quién sabe si eres o puedes ser...
Te odio por cómo tus
manos se posan en mi cuello, porque haces que mi nuca active una serie infinita
de escalofríos perversos, que me impiden responder de forma lógica... k.o.
técnico.
Te odio, y no me digas
que te quiera, porque odiarte es lo mejor que puedo hacer.
Te odio por aparecer
en mis sueños, noche tras noche, día tras día... porque ya no sé cuándo estoy
soñando o cuándo no... o incluso, si las pesadillas han dejado de existir.
Te odio por sacar tu
lado artístico conmigo, por dibujar mis sonrisas y borrar mis lágrimas.
Te odio porque recuerdas
todo lo que te dije como si te importara.
Te odio por hacer que
mi vello se erice en cuanto apareces por la puerta, porque descubro, que hay
órganos de mi cuerpo que se alteran con tu presencia.
Te odio por enseñarme
que los adioses eran necesarios, que era importante la distancia entre dos
cuerpos y que vivieran una vida propia; cuando sólo deseaba que no
desaparecieras nunca por el marco de esa puerta.
Te odio porque desde
que te conozco, el zumo de naranja recién exprimido, ha pasado a ser un estímulo
condicionado... respuesta.
Te odio, sólo eso.
Y si cambias un te
odio, por un te quiero, no hay nada más que pueda decirte.
El odio a veces tiene más poder que el amor... si te odio te quiero, sólo la indiferencia gana la batalla.
ResponderEliminarEn este caso, para mí, el "te odio", es pura apariencia, psicología inversa, intentar hacer ver lo contrario d elo que se siente... cada una de las cosas que dice odiar, son que añora, desea o le enamoran en el fondo.... Y si, lo mejor es la indiferencia, pero a veces creo que cuando alguien ha formado parte de tus momentos y ha dejado huella, es muy difícil que llegue a existir....
Eliminar