¡Hay que querer! Quererse y querer a las personas que nos rodean, ponernos en su lugar para entenderles mejor.
¡Hay que querer! Querer conseguir nuestros sueños, ponerse en acción y buscar la manera de lograrlos.

lunes, 5 de mayo de 2014

Robo

Hoy he sufrido un robo, pero no uno cualquiera, sino uno de esos que no pueden denunciarse. Hoy me han atrapado el sentido del yo y no sé qué hacer.
No me reconozco.
Mi alma parece ajena a mí, vagabundea entre la gente que me rodea, sin esperanza, sin rumbo definido, sin esas ganas que sólo ella me daba. Y es que parece un alma destruida, perforada. Y en realidad, lo es.
Hoy sufrí un atraco a mano armada, con violencia, con la misma violencia que me abrió el día que le conocí, "en canal", para poder vaciarme por completo.
Hoy he tenido un robo y mi yo se ha perdido...  y no sé cómo recuperarlo.
No me quedan ya ni huesos... se lo llevó todo.
Y no tengo pruebas. No tenga una sola prueba para denunciarle, para probarlo.
Mis emociones se dispersan sin ella.
Mi pensamiento no sigue un orden lógico.
Mi lenguaje no es fluido y con significado.
Todo mi yo está descompensado, o más bien, no está.
Vivir sin saber quién dejé de ser tras de ella, me enloquece...o ¿debería hacerlo?
Fue una ladrona de guante blanco, no ha dejado utensilios que recoger como pruebas, ni olores, ni se le cayó una hebra de cabello con la cual descubrir su identidad. 
Fue como otro yo desconocido y voraz, que necesita actuar así, para sentirse algo... alguien. 
Un caníbal, consecuencia directa de una infancia desprotegida, de jungla de leones, en la que matas o te matan.
Debería existir un código moral que castigara acciones de este tipo, robos del sentido del yo, del amor propio, de las identidades. Maltratos de corazones rotos, olvidos de fechas señaladas, improperios de acumulación de frustraciones propias contra otros. 
El poder de las experiencias de malear semillas vírgenes de monstruosidad o desdicha, es bestial.
¿Qué hacer? ¿Cómo recuperarse de esta pérdida? ¿Crece un nuevo yo cuando te roban el propio con voluntad y alevosía? ¿cuándo te es extraído sin compasión? 
Me siento desahuciada de la casa, en la que viví desde mi segundo uno; de la guarida que aunque no cálida, y mucho menos confortable en muchos momentos, me servía de caparazón cuando me quería esconder... del mundo.
Necesito un yo. Necesito un yo nuevo. O, necesito que me devuelvan mi yo, aquel que aunque fracasó más que ganó, era el soporte sobre el que se trazaban mis momentos y percibía el mundo de la manera en que sólo una misma puede hacerlo. 
Se ofrece recompensa.

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