¡Hay que querer! Quererse y querer a las personas que nos rodean, ponernos en su lugar para entenderles mejor.
¡Hay que querer! Querer conseguir nuestros sueños, ponerse en acción y buscar la manera de lograrlos.

lunes, 26 de mayo de 2014

Excusas

Me pusiste mil excusas. O puede que fueran mil y una, porque tras la 672, mi cabeza empezó a dejar de asimilar bien una tontería más.
Sólo te faltó comentar que tu hermana me odia desde el día que, casualidades de 
Inditex, nos compramos la misma camiseta... Es tan evidente que le queda tan mal, que es normal que me odie (te adjunto el argumento por si algún día, se te ocurre poner una excusa más).
Lo mejor es que, tras escuchar todas tus excusas, rematar con un: "si tenemos que estar juntos, lo estaremos al final del camino"; es cuanto menos un... ¡mátame camión!
En toda regla, sí.
No te frotes los ojos, leíste bien, E-X-C-U-S-A-S.
Porque, ¿tú qué quieres? ¡A ver! ¿lo sabes, ya que estamos?
Te encanta complicar la sencillez vital... Sí, es cierto, te encanta.
Y, yo me cuestiono, ¿cómo puedes vivir así? 
No puedo entenderlo; aunque, ¿para qué complicarse? Es tan simple como que nuestras perspectivas vitales son diferentes.
'Al final', suena bien. 
'Al final del camino'...
¿En serio? ¿Eso es lo que quieres?
Yo no quiero un final, a mí no me sirve de nada.
La vida es el camino, cada encuentro es el camino, cada nueva amistad es el camino, cada puesta de sol es el camino... Mi camino, si prefieres.
El esfuerzo de sortear los obstáculos de un paseo en solitario; si no te tengo en mis saltos al vacío, vuelos y caídas libres; si no sabemos degustar el primer café con risas y a lo loco; si no me curas a besos, una herida de los muchos golpes que me llevo; si no te espero a la salida de trabajar, al menos una vez al mes... Llegar a ese final; sólo es lograr el triste final.
Mientras, tú eres el que observa lo que ocurre, yo me subo por las paredes si estoy en el banquillo. Necesito participar de la acción. Quiero vivir, sufrir, reír y llorar, y saber qué salió mal o alegrarme, porque esta vez, gané el partido de mi vida.
Tú no sé qué quieres.
Pero, ahórrate las mil excusas. Si te ilusiona, quédate, a lo sumo, con una única. 
No hace falta que confabules y escribas cuentos infantiles. He crecido, aunque a veces, me confundas con una niña, que se emociona con una simple carantoña. Que sí, lo hago, pero ¿acaso importa?
No te pido que justifiques tu respuesta, ni te enrolles con cuentos de "sí, pero no"...
¿Me quieres? Eso es todo lo que tienes que saber.
Respuesta negativa, el camino acaba de finalizar.
Respuesta positiva, empecemos a caminar.
Si en el segundo caso, sigues con lo del final del camino... ¿Te ayudo? Te falta valor. Y, por muchas palabras que te digas a ti mismo, las excusas.... sobran. 

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