¡Hay que querer! Quererse y querer a las personas que nos rodean, ponernos en su lugar para entenderles mejor.
¡Hay que querer! Querer conseguir nuestros sueños, ponerse en acción y buscar la manera de lograrlos.

jueves, 30 de enero de 2014

Fugaces


Se acabó una poción predestinada al fin.
Se acabó la demasiada química (palabras suyas).
Un inciso, ¿qué narices significa que un químico te diga que entre tú y él hay demasiada química? Porque me podría mostrar la fórmula con la que precipitamos o variarla cuando resulta un producto perecedero.
Y ya que estoy... ¿qué narices significa que un electricista te diga que eres su luz?
Tú me cortocircuitas, no te jod...



Se acabó el ¡ufff!, el todo, todo, todo, todo; el ojalá no te hubiera conocido nunca (o igual esto es lo que acaba de empezar)... 



En fin, sigo...
Se acabó, simplemente.
Se acabó, sinceramente.
Y yo soy la parte de la ecuación ambigua, la variable latente. 
Simple y sinceramente, soy la Peter Pan del país de Nunca Jamás. Soy esa que vive creyendo en un futuro mejor y más definido, porque no es sincera consigo misma, porque tiene miedo a que la reacción química acabe en relación química; a vivir una realidad desconocida, a no seguir sintiendo que no vale nada, a tener algo, al rechazo, o a dejarlo todo...
Pero ¿qué culpa tengo de querer las cosas claras? Aunque parezca que las tengo, claras y totalmente definidas, previamente al instante en el que se cruzó en mi universo... Uhmm, vale, igual eso es un obstáculo...
Una amiga tenía razón cuando me dijo que me estaba metiendo en terreno pantanoso, arenas movedizas... "¡No lo hagas que te conozco! Con él.., ¡no!"
Yo tan obediente como siempre, no le hice el menor caso...
No presté atención a una muerte anunciada, sólo me limité a decirle: "A ver, no te confundas, que no quiero nada"... jajajajajajajajajajajajajaja... jajajajaja... jaja... ja.
Alguien me dijo una vez que “el amor es sufrir, amor y dolor van unidos". La veracidad de esta frase es confusa. No hay amor entre estos dos componentes. Tampoco siento dolor; sólo un desasosiego por no saber dar la forma correcta a sucesos aislados, pasos de la ecuación química confusos y entrelazados, pero sin un hilo conductor conocido. No hay componente que nos ensamble.
Lo nuestro… No es amor, es deseo; y el deseo duele, sí; duele como tantas otras cosas.
No te equivoques, únicamente me motiva, me encanta, me altera. No es más. Es química, pura química, pero que no llega al nivel de bomba atómica... aunque las chispas que surgen desencadenan un incendio, cada vez que nuestras hormonas coinciden en espacio y tiempo.




Y es que, si somos dos variables complejas de ser fusionadas con otros entes; ¿cómo fusionarnos entre nosotros? Como el agua con aceite, no te digo más.
Y empezando por los inicios, química, fórmula mágica, o variables desperdigadas que se unieron por campos gravitatorios... todo empezó cuando pasó por mi universo. El día en que se le ocurrió cruzar mi galaxia.
Con el estado de quietud en el que me encontraba, con mi universo y sus estrellas, con lo tranquila que estaba yo... 
Estrellas que siempre están ahí, brillando con luz propia, imprescindibles; y también, estrellas fugaces. Esas que tienen mucha luz, tanta que llega a cegarme y hace que centre mi atención en ellas. Estrellas que marcan la diferencia, que hacen que mi universo entre en onda expansiva y centre su energía en un punto; pero que igual que vienen, se van y dejan de tener ese brillo, se apagan.
Desastre.
Recuerdo a estas estrellas después de su paso, tiempo y tiempo después. Y es que las fugaces, descontrolan la órbita rítmica de mi universo, y dejaría que se quedaran en mi cielo para siempre... pero no.
No se quedó en mi universo, y no sé si fue la química, la astrofísica, o las leyes de la vida, pero todas las ciencias naturales me sobran para saber, que sólo acabó siendo una fugaz más.

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