¡Hay que querer! Quererse y querer a las personas que nos rodean, ponernos en su lugar para entenderles mejor.
¡Hay que querer! Querer conseguir nuestros sueños, ponerse en acción y buscar la manera de lograrlos.

domingo, 12 de enero de 2014

Segundas partes


Ahora lo sé. Hubiera sido mejor no volver.
Las segundas partes nunca fueron buenas.
Las segundas oportunidades se dan esperando un final, que lo más lógico es que no llegue.
¿Por qué insistimos? ¿Por qué volver a un destino que te evoca infinidad de sensaciones, pero en el no te vas a quedar a pasar el resto de tus días? 
Mucho mundo queda por descubrir... Sí, seguramente esta razón sería una que haría volver: mucho queda por desvestir de los lugares que alguna vez visitamos.
Pese a ello, ahora lo sé, nada tuvo sentido.
Empezamos un viaje sin destino, pero, a veces, el camino recorrido no es lo que realmente importa. 
No nos interesaban los paisajes, ni las paradas técnicas, ni el momento de elegir conjuntamente el sendero más intrépido, ni la gente que se unió en nuestras aventuras, ni los maravillosos amaneceres... No nos preocupaba nada, porque era un viaje insípido, sin principio, ni fin; sin tragos dulces, ni amargos; sin fotos marcadas en el inconsciente; ni hoteles de ensueño en los que descansar; ni anécdotas que contarías hasta la saciedad a nuestros nietos; fue como salir de fiesta con el amigo aburrido.
Horas perdidas.
Me temo que será complejo encontrar un motivo de porqué quisimos volver, ¿acaso no fue suficiente? ¿pensamos tú o yo, que la otra o el otro, iba a cambiar?
Pertenecemos a distintas esferas. 
No logramos que se lleven bien un perro y un gato, ni comer "alioli" sin aceite, o vivir en la noche y el día de forma simultánea.
Los recuerdos no me hacen más que sentir que no viví nada, que parece fruto de mi imaginación creativa. Nada fue tangible. Demasiado incoherente.
No estábamos hechos para ser compañeros de viaje y no llegamos a ningún lado... y me pregunto ¿existió de verdad? 
No hay pruebas. 
De nuestro primer recorrido, se quemaron los tickets de parking, se digirieron las comidas, se desvelaron las fotos, se limpiaron con agua y jabón las gotas de sudor en nuestra piel, se llevó el viento tu pelo de mi jersey... No hay testigos conocidos que puedan hacernos recordar cómo llegamos a la cima escalando, ni el vuelo a ninguna parte, ni los cambios de bombillas.
Se acabó como un año en Nochevieja, con confeti, deseos de que vaya mejor el próximo y amigos que siempre están ahí. No faltaba montar una súper fiesta para anunciar el fin, nuestro camino fue como pasar sin hacer ruido. Cualquier situación sería más emocionante que nuestro pasado.
Y aún así, un día llegó el destino para hacerme parar de camino al trabajo. Me dejaste absurdamente colapsada, como si jamás hubiera visto una cara como la tuya. 
Y un segundo intento... ¿para qué?
Podría haberse quedado ahí. Simplemente, habría seguido con mi bici, recapacitando acerca de lo que se había cruzado en mi carril o sin que me hubiera percatado de tu presencia mejor... pero no. 
Me paré en seco no sabiendo qué me hacía dejar de pedalear y quedarme petrificada. Y te acercaste como si nada y como si todo.
No suelo buscar razones, no suelo pensar en mañana, no suelo dar vueltas a que no me gusta la poca sal de la vida, no suelo mirar al pasado... Ahora sé que debería hacerlo de vez en cuando. 
Un segundo intento no vale de nada, cuando el primero no deja huella. No fuiste mi noche, ni yo tu día; no mezclamos dulce con salado, ni metimos a un animal de monte en agua; no fuiste mi agua si tuve sed, ni yo la tuya; no anhelamos aquel día hablando de los cereales que nos hizo conocernos en el mercado.
Perdimos el tiempo sin objetivo. 
Al menos ahora, estoy preparada para ir cuesta arriba y sin frenos si me encuentro contigo.
Huimos de lo normal, siempre lo hicimos por separado; permitir que al unirnos se nos duerma la chispa individual es un error que cometimos por duplicado.
Y aún así, pienso cómo es tan patente que nos dividimos por dos y dejamos de ser si tomamos un camino común. El universo parece empeñado en fusionarnos y cuando lo consigue nos descarga, perdemos nuestros electrones y nos quedamos en dos núcleos, que se mueven sin sentido y sin formar una molécula mayor.
Leyes de la física... o de la química. Nuestro teorema parece visto a quedar en el olvido y sin demostración científica posible. ¿Lo mejor? Que no nos repliquen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario