¡Hay que querer! Quererse y querer a las personas que nos rodean, ponernos en su lugar para entenderles mejor.
¡Hay que querer! Querer conseguir nuestros sueños, ponerse en acción y buscar la manera de lograrlos.

miércoles, 8 de enero de 2014

Roma

Eres como Roma.
¡Me fascinas, me vuelves loca, me gustas, me motivas, me encantas, me mueves, me alteras, me inspiras, me seduces, me estimulas, me impactas, me impresionas!
Pasta italiana, gelato... cada bocado tuyo es el placer para mi paladar entristecido.



Eres del estilo de delicatessen que si pruebas estas perdido... te vuelves adicta ¡las necesitas! Quizá a pequeñas dosis, en ocasiones especiales; pero una vez saboreadas te conviertes en alguien necesariamente apto a darte un capricho obligatorio... ¡El cuerpo te me pide!
Eres como Roma, porque me das esa sensación de libertad y de querer quedarme ahí para siempre. 
Roma es brotar, una subida emocional del calibre de manía. 
Ambivalencia.
Roma y su gente embaucadora. Tú y tu don de gentes.
Eres como Roma porque en cada esquina descubro algo nuevo, algo que me anima a seguir explorando... te.
Recorrerte me despierta los sentidos. La bella Italia y su Roma... ¿tú?
Eres como Roma y sus vespas; como tus ganas de velocidad, como mis ganas de acelerarte.
No me eches el freno de mano. ¿Próxima parada? 
No hace falta que ojees mapas, ¿qué importa el destino si es contigo?
Eres como Roma y el amor que infunden sus calles; la pasión que infunden tus venas. 
No te explico mis pasiones, no te digo qué me infundes, no te revelo qué le ocurre a mis venas si te encuentran... mejor no.
Brillas.
¡Apertura de poros! Poros vacíos que se plenan de momentos únicos, absorviendo todos los ingredientes vitales que aparecen de la nada, a cada paso, en cada segundo, súbitamente, en un paseo por Roma.
La piazza Navona es la magia de Roma, como ese mágico lunar de tí.
Y me hace falta la fontana di Trevi para pedir los 3 deseos: regresar, enamorarse y casarse en Roma... 'La vita'.
Eres como Roma... y es que tendría que haberte conocido el día antes de morir, ya que todo lo que descubro ahora, tiene su encanto, su nivel; pero no tiene el poder suficiente de arrebatarte el podium y conseguir la medalla de oro.
No hay oponente, no hay rival para Roma, no hay ciudad que llegué a provocarme un eclipse similar. No hay lugar que pueda medirse a un duelo con la gran Roma.
Preséntame a un competidor, que consiga detener tu sombra (y tu presencia), que me obligue a callejear otra piel, que me aleje de la sensación de que no habrá nadie que te despoje de tu puesto.
Embrujo de Roma, poción italiana...
Ya sabes, tú... como Roma.

2 comentarios:

  1. Nunca he estado. Y tengo ganas. Todo el mundo que conozco y la ha visitado habla maravillas; vuelven enamorados. Quiero ir. Aunque no sé si querría volver. Hay quien piensa que algunas experiencias dejan recuerdos demasiado bonitos como para arriesgarte a enturbiarlos con una nueva exposición. Es cierto que nada nunca es como la primera vez, y que en la mayoría de ocasiones, estas cosas suelen decepcionar. Pero es que dicen que es tan bonita...

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    1. ¡Roma es mi top 1! creo que se nota... ;)
      Aunque supongo que cuánto te impacte, depende de la compañía con la que vas o las expectativas previas que puedes tener. Yo sí volvería, aunque lógicamente la subida emocional que experimenté en mi primera visita no la volvería a tener, para mí es un lugar del estilo de Madrid, que puedes callejear y callejear, sin objetivo, pero con algo que te sorprende siempre... visítala!

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